Subasta 88 De Emperadores, Reyes y Fe
25.11.21
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LOTE 43:

"San Antonio de Padua y el milagro de la mula". Relieve en madera tallada, dorada y policromada. Escuela española. ...


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"San Antonio de Padua y el milagro de la mula". Relieve en madera tallada, dorada y policromada. Escuela española. Posiblemente taller castellano. Segundo cuarto del siglo XVI.
Las biografías coetáneas de San Antonio de Padua, entre ellas la “Vita prima di sant’Antonio” o “Assidua” (c. 1232) de autor franciscano anónimo, nos sitúan el Milagro de la Mula en Rimini el año 1227, donde el Santo predicaba la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Allí, un hereje albigense le desafió contradiciendo su palabra y afirmando que únicamente creería en la doctrina católica y en la transustanciación si su mula reconociese la hostia consagrada, ignorando de tal manera a un saco de avena que el irreligioso le estaría mostrando, aun habiendo permanecido en ayuno durante tres días. Con el beneplácito de san Antonio, la plaza repleta de fieles, herejes y curiosos era testigo del milagro: el hambriento animal despreciaba su comida y se postraba ante la hostia depositada por el Santo; el hereje dejaba de serlo.
Es digno de mención, como nos indica José Juan Pérez Preciado en la conferencia del Museo del Prado “El Milagro de san Antonio de Padua. Obra anónima flamenca realizada en realidad por un maestro conocido” (noviembre, 2017), que este pasaje milagroso no se trata de “una leyenda exclusiva del Medievo y aplicable únicamente a la geografía antoniana [sino que] es la readaptación de diversos pasajes incluidos en el Antiguo Testamento”. Entre ellos, la Borrica de Balaam, según la que la burra del adivino mesopotámico fue capaz de percibir la presencia divina en forma de ángel antes que él; o un pasaje de la Profecía de Isaías, en el que se afirma que “el buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo” (Is 1, 3).
Asimismo, cabe destacar que, pese a la frecuente confusión que sitúa el suceso en la ciudad sureña de Toulouse y “aunque este milagro se ha llegado a describir como el Milagro del Tolosano […], no se debe ver en ello que este acontecimiento tuviera lugar en la zona tolosana […], sino que únicamente hace alusión a que el protagonista […] procede de Toulouse” (Pérez Preciado, 2017), que es de donde procedían los herejes albigenses o cátaros. De hecho, la construcción del Tempietto di Sant’Antonio en Rimini, iniciada en 1518, reafirma lo que ya nos decían las biografías del santo franciscano, ya que fue levantado precisamente en honor al milagro producido en esa ciudad.
La importancia del Milagro de la Mula se hace evidente con la amplia y variada representación iconográfica del mismo, empezando por la tabla del Maestro de las Escenas de la Pasión de Brujas “Milagro de san Antonio de Padua” (c. 1500), expuesto actualmente en el Museo Nacional del Prado tras permanecer muchos años en sus almacenes y haber sido elegida por su tema para la exposición “Metapintura: Un viaje a la idea del arte” (noviembre 2016 - febrero 2017). Relacionada con esta pieza, encontramos la miniatura atribuida a Gerard Horenbout (Gante?, c. 1465 – c. 1541), insertada en el “Libro de horas de Isabel la Católica”, en el Cleveland Museum of Art. También desarrollan la temática Donatello (Florencia, 1386 – 1466), en una de las escenas de los relieves del Altar de la Basílica de San Antonio (1446), en la ciudad de Padua; el muralista y pintor Bernardo Rodríguez (activo en Quito entre 1772 y 1803), en un óleo sobre tela de 1772 conservado en el Museo Franciscano Fray Pedro Gocial; y Vicente Castelló y Amat (Valencia, 1787 – 1860), en otra tela realizada entre 1800 y 1860 y perteneciente al catálogo del Museo Lázaro Galdiano.
76 x 78 x 9 cm.